El cambio climático,
el factor humano y
el uso de los suelos
han sido claves para que el
caudal del río Biobío disminuyera entre un 20% y
un 60% en algunos sectores de la cuenca, en los últimos 30 años, según investigaciones del Centro
Eula.
¿Cuál será el futuro de uno de los principales ríos de Chile para los próximos 30 años? De acuerdo con expertos y organizaciones, puede ser muy malo si no se toman medidas en favor de la cuenca hidrológica.
Las consecuencias que podría provocar una reducción considerable del caudal fluctúan entre problemas de abastecimiento de agua para las ciudades hasta la afectación de las zonas costeras.
En ese sentido, el llamado a aprobar una Política Nacional de Cuencas forma parte de las recomendaciones de expertos para mitigar los efectos de este fenómeno.
La hoya del río Biobío es la tercera más grande del país tras los ríos Loa y Baker. Su extensión es sobre un área de 24.260 km².
Antes de explicar el porqué de la existencia de predicciones pesimistas respecto al futuro del río, el académico señaló que “el Eula cumplirá 30 años.
Desde el momento de su fundación hemos promovido una política de gestión de cuencas hidrográficas para el río Biobío, sin ser tomados en cuenta”.
Respecto al escenario futuro, Barra explicó que “las precipitaciones se han reducido y los caudales también. Es un hecho que en el río Biobío hay menos agua que hace 30 o 40 años. Además, mirando los resultados de la COP25, vamos a tener que ser más pesimistas de lo habitual. La tendencia va a continuar. Tendremos un río Biobío con menos agua y habrá menos lluvia en las zonas costeras de la región”.
Otro factor que ayudaría a esta reducción de caudal es la isoterma cero, lo que el docente ha observado en los últimos años. El investigador explicó que este fenómeno consiste en “lo que diferencia la caída de nieve y agua líquida en la Cordillera de los Andes. Esto quiere decir que hace 30 años teníamos una cierta cota que diferenciaba la caída de agua nieve con la de agua líquida. Esa cota ha ido en aumento, lo que significa que caerá más agua líquida que nieve”.
Barra agregó que “si cae más agua líquida, esto significa que va a ser transportada más rápidamente a través del río. Por lo tanto, los riesgos de crecida serán mayores, así como la que tuvimos en 2006 que llegó a casi 15 mil m³/s en el Puente Llacolén”.
Este cambio de velocidad traerá otra consecuencia. El investigador del Centro Eula señaló que “esto también implica que tendremos menor capacidad de almacenamiento, ya que la nieve es una especie de banco de agua que ayuda en épocas como la primavera o el verano. Ya estamos observando caudales más bajos en estos periodos”.
No obstante, el investigador aseguró que el problema no se trata solo de cantidad, sino de calidad del recurso.
“Habrá un sistema con una menor capacidad de diluir la carga contaminante, provenga de la actividad industrial o del volumen de las necesidades fisiológicas humanas. Debemos tener mayor conciencia”, argumentó.
Además, el académico explicó que para afrontar esta realidad hay que establecer un plan de descontaminación del río Biobío para que pueda tener una normativa de calidad. “Debemos ocuparnos un poco más. Evaluar las implicancias de la menor disponibilidad de agua y fomentar la sustentabilidad de la cuenca hidrográfica, tomando en cuenta la actividad humana, industrial y agrícola”.
Barra aportó con una propuesta concreta a partir de las investigaciones realizadas en el Centro Eula. “Hay que implementar una Política Nacional de Cuencas con especial énfasis en la cuenca del río Biobío. Es necesaria de manera urgente para no pagar muy caro la inacción durante estos últimos 30 años. Es un enorme desafío”.
El investigador añadió que “apelo a una visión integrada. En la cuenca tenemos todas las condiciones para generar un plan de manejo. Tenemos centros de investigación, un río con información histórica que hasta hoy nos permite tener un programa de monitoreo continuo. Yo te digo que si hay alguna cuenca a la que haya que aplicar esa política, es la del río Biobío”.
Finalmente, el académico advirtió que “si no hacemos nada, el escenario será tremendamente negativo. Estamos perdiendo tiempo en revertir los impactos negativos que está teniendo nuestra región”.
Su director nacional, Luciano Pérez, dijo que “basta con dar una vuelta en nuestro querido Parque Nacional Laguna del Laja y observar los bordes. Los niveles históricos nuncamás se han vuelto a ver”.
Pérez señaló que “no se está asumiendo que estamos en una situación de calentamiento global, de sequía constante y sin una estrategia para la conservación de las aguas. Se necesita concretar un Servicio de Biodiversidad que vele por los ecosistemas”.
El director aseguró que se necesita un punto de vista integrado. “Las estrategias deben ir en dirección hacia cómo proteger las cabeceras de las cuencas y lasmicrocuencas que se entienden como sistemas hídricos que tributan unos cursos a otros, los que finalmente se suman y llegan a los esteros y ríos que abastecen al ser humano. En esto no hay barreras comunales o provinciales. La naturaleza no los reconoce”.
El miembro de Codeff concuerda en que el cambio climático no es el único factor que provoca escasez de agua en el río Biobío.
“El riesgo para la biodiversidad es catastrófico. Esta sequía también tiene que ver con la extracción demonocultivos y todo suma a este contexto mundial. Hasta ahora no hay ningún plan nacional fuerte, ya que no se han hecho cargo de esta situación. Se necesitan políticas de gran escala en favor de la vegetación nativa que retiene el agua de buena calidad”, argumentó.
Finalmente, Pérez dijo que se niega al concepto de adaptación al cambio climático, ya que no toca el problema de fondo. Explicó que “esa frase no se ha trabajado apropiadamente en términos de rechazar acciones que nos tienen en esta urgencia de agua, sino que nos estamos preocupando de los efectos sin atacar la causa. Incluso se han escuchado ideas de proyectos insólitos como el de la carretera hídrica para enviar agua al norte”.
¿Cuál será el futuro de uno de los principales ríos de Chile para los próximos 30 años? De acuerdo con expertos y organizaciones, puede ser muy malo si no se toman medidas en favor de la cuenca hidrológica.
Las consecuencias que podría provocar una reducción considerable del caudal fluctúan entre problemas de abastecimiento de agua para las ciudades hasta la afectación de las zonas costeras.
En ese sentido, el llamado a aprobar una Política Nacional de Cuencas forma parte de las recomendaciones de expertos para mitigar los efectos de este fenómeno.
La hoya del río Biobío es la tercera más grande del país tras los ríos Loa y Baker. Su extensión es sobre un área de 24.260 km².
EULA
Ricardo Barra es profesor titular de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción e investigador del Centro Eula, en donde ha estudiado las variaciones del caudal del río Biobío durante varios años.Antes de explicar el porqué de la existencia de predicciones pesimistas respecto al futuro del río, el académico señaló que “el Eula cumplirá 30 años.
Desde el momento de su fundación hemos promovido una política de gestión de cuencas hidrográficas para el río Biobío, sin ser tomados en cuenta”.
Respecto al escenario futuro, Barra explicó que “las precipitaciones se han reducido y los caudales también. Es un hecho que en el río Biobío hay menos agua que hace 30 o 40 años. Además, mirando los resultados de la COP25, vamos a tener que ser más pesimistas de lo habitual. La tendencia va a continuar. Tendremos un río Biobío con menos agua y habrá menos lluvia en las zonas costeras de la región”.
Otro factor que ayudaría a esta reducción de caudal es la isoterma cero, lo que el docente ha observado en los últimos años. El investigador explicó que este fenómeno consiste en “lo que diferencia la caída de nieve y agua líquida en la Cordillera de los Andes. Esto quiere decir que hace 30 años teníamos una cierta cota que diferenciaba la caída de agua nieve con la de agua líquida. Esa cota ha ido en aumento, lo que significa que caerá más agua líquida que nieve”.
Barra agregó que “si cae más agua líquida, esto significa que va a ser transportada más rápidamente a través del río. Por lo tanto, los riesgos de crecida serán mayores, así como la que tuvimos en 2006 que llegó a casi 15 mil m³/s en el Puente Llacolén”.
Este cambio de velocidad traerá otra consecuencia. El investigador del Centro Eula señaló que “esto también implica que tendremos menor capacidad de almacenamiento, ya que la nieve es una especie de banco de agua que ayuda en épocas como la primavera o el verano. Ya estamos observando caudales más bajos en estos periodos”.
No obstante, el investigador aseguró que el problema no se trata solo de cantidad, sino de calidad del recurso.
“Habrá un sistema con una menor capacidad de diluir la carga contaminante, provenga de la actividad industrial o del volumen de las necesidades fisiológicas humanas. Debemos tener mayor conciencia”, argumentó.
Además, el académico explicó que para afrontar esta realidad hay que establecer un plan de descontaminación del río Biobío para que pueda tener una normativa de calidad. “Debemos ocuparnos un poco más. Evaluar las implicancias de la menor disponibilidad de agua y fomentar la sustentabilidad de la cuenca hidrográfica, tomando en cuenta la actividad humana, industrial y agrícola”.
Barra aportó con una propuesta concreta a partir de las investigaciones realizadas en el Centro Eula. “Hay que implementar una Política Nacional de Cuencas con especial énfasis en la cuenca del río Biobío. Es necesaria de manera urgente para no pagar muy caro la inacción durante estos últimos 30 años. Es un enorme desafío”.
El investigador añadió que “apelo a una visión integrada. En la cuenca tenemos todas las condiciones para generar un plan de manejo. Tenemos centros de investigación, un río con información histórica que hasta hoy nos permite tener un programa de monitoreo continuo. Yo te digo que si hay alguna cuenca a la que haya que aplicar esa política, es la del río Biobío”.
Finalmente, el académico advirtió que “si no hacemos nada, el escenario será tremendamente negativo. Estamos perdiendo tiempo en revertir los impactos negativos que está teniendo nuestra región”.
CODEFF
Desde el Comité Pro-Defensa de la Flora y Fauna (Codeff) señalaron estar pesimistas respecto al futuro del río Biobío, ya que aseguran tener ejemplos que sustentan la tesis de la disminución del caudal.Su director nacional, Luciano Pérez, dijo que “basta con dar una vuelta en nuestro querido Parque Nacional Laguna del Laja y observar los bordes. Los niveles históricos nuncamás se han vuelto a ver”.
Pérez señaló que “no se está asumiendo que estamos en una situación de calentamiento global, de sequía constante y sin una estrategia para la conservación de las aguas. Se necesita concretar un Servicio de Biodiversidad que vele por los ecosistemas”.
El director aseguró que se necesita un punto de vista integrado. “Las estrategias deben ir en dirección hacia cómo proteger las cabeceras de las cuencas y lasmicrocuencas que se entienden como sistemas hídricos que tributan unos cursos a otros, los que finalmente se suman y llegan a los esteros y ríos que abastecen al ser humano. En esto no hay barreras comunales o provinciales. La naturaleza no los reconoce”.
El miembro de Codeff concuerda en que el cambio climático no es el único factor que provoca escasez de agua en el río Biobío.
“El riesgo para la biodiversidad es catastrófico. Esta sequía también tiene que ver con la extracción demonocultivos y todo suma a este contexto mundial. Hasta ahora no hay ningún plan nacional fuerte, ya que no se han hecho cargo de esta situación. Se necesitan políticas de gran escala en favor de la vegetación nativa que retiene el agua de buena calidad”, argumentó.
Finalmente, Pérez dijo que se niega al concepto de adaptación al cambio climático, ya que no toca el problema de fondo. Explicó que “esa frase no se ha trabajado apropiadamente en términos de rechazar acciones que nos tienen en esta urgencia de agua, sino que nos estamos preocupando de los efectos sin atacar la causa. Incluso se han escuchado ideas de proyectos insólitos como el de la carretera hídrica para enviar agua al norte”.